En una de las secuencias más recordadas de “La vida de Brian”, el genial John Cleese pegaba un golpe sobre la mesa y apelaba al lado sentimental de sus acólitos cuando estos comenzaban a enumerar una por una las innovaciones tecnológicas y sociales de una civilización , la romana, y todo lo que había supuesto para los pobres ciudadanos de la Jerusalén bíblica.
Más de 50 años nos separan de la genial película (casi profética en muchos sentidos) y lo que en aquel entonces funcionaba como un gag estremecedor, se torna realidad diariamente en todos esos combates dialécticos que tiene lugar en las RRSS y los medios más convencionales, donde muchos asistimos atónitos a la equiparación de dos discursos: el de la ciencia y el de los opinadores profesionales.
Pues bien, ayer tuve la suerte de departir un buen rato con Fernando Valladares y Antonio Turiel. Ambos son científicos del CSIC con reconocidísima trayectoria y ambos participaron en el II Congrés de Sostenibilitat organizado Por mi IES Jaume I en Borriana.
Como muchos sabréis, se trata de dos investigadores con gran presencia mediática, sobre todo porque en su campo de estudio se entronca uno de los temas de más candente actualidad: el innegable cambio climático actual y sus catastróficas consecuencias. Tanto Fernando como Antonio se caracterizan en sus intervenciones por hablar de cosas que mucha gente no quiere oír, pero sus intervenciones están fundamentadas en miles y miles de estudios científicos cuyos datos manejan con maestría.
Preguntados al respecto de la imagen que tiene la ciencia en la sociedad líquida actual, la de la post verdad y las fake News, ambos reconocen que el grito y el exabrupto ganan la partida a corto plazo, como si de un set o de un asalto se tratase: al científico se le presupone educación, saber estar, incluso “seny”, pero por contra no sucede así con esos trasuntos de John Cleese que niegan la mayor y acaban siempre con un “bueno, vale, pero es vuestra opinión, no lo que cree la gente”.
En cierto sentido sucede aquí como con aquel padre que vino a recordarme en una tutoría un detalle importante: aunque en el currículum de 1ESO yo debía explicar la evolución humana, en su casa no se creía en esas cosas. Y por descontado, su hijo las estudiaba porque entraban en el examen y punto.
Ante una situación así, similar a lo que ocurre cuando Jordi Wild junta a divulgadores con formación y terraplanistas sin formación alguna y los coloca al mismo nivel, la gente con aluminio en la cabeza, los que dicen aquello de que “cambio climático ha habido siempre” tienen todas las de ganar. Con sus graznidos apelan al sentimiento, a la insatisfacción. Conocen muy bien a su audiencia, entienden de imagen y de tiempos mediáticos. Poco tiene que hacer en este cuerpo a cuerpo un experto en cualquier tema si delante tiene a una persona fogueada en el discurso fácil que le señala con el dedo burlándose de sus “paparruchas”.
En un mundo ideal, donde los medios de comunicación promovieran reglas justas de debate, cualquier especialista desmontaría de un plumazo las tonterías del otro lado, pero en este planeta de TikToks, Espejos Públicos y Youtubers no suele suceder así. Y el principal síntoma de esta situación se traduce en el aula, donde muchos docentes malgastamos mucho tiempo tratando de desmontar bulos, falsas verdades, transmitidas con una agenda neoliberal absoluta desde sillas de gamer, con lenguaje cercano y luces de neón al fondo de mockups llenos de funkos.
Y aun así, tanto Fernando como Antonio coinciden en un aspecto que arroja algo de esperanza: la ciencia y la verdad ganan a largo plazo. De la misma forma que sucede con la educación.
Llega siempre un momento donde la respuesta sencilla y sentimental se queda corta. Los seres humanos necesitamos entender las cosas, comprender el mundo que nos rodea. Es allí donde se ve que nuestro mundo avanza, siquiera lentamente.
Por este motivo, yo creo que todavía hay esperanza. Raro es el chavalillo de 2ESO que considera un axioma todo lo que dice su youtuber favorito… y llega a los 18 o 20 años pensando de la misma forma. Y en todo caso, si esto sucede… todavía quedará la inmensa mayoría de la sociedad para ayudarle a entender las cosas.